La árbitra placentina del LEB Plata y Liga Femenina 2 habla de sus inicios, de la temporada, la experiencia en la Fase Final de Ascenso a Liga Femenina, cómo compagina sus estudios y el arbitraje, lo que le espera en el futuro.
Andrea Alejo (Plasencia, 2000) describe su joven experiencia en el mundo del arbitraje con la misma firmeza con la que sopla su silbato en cada partido. “Estoy trabajando mucho pero también teniendo suerte, me siento muy afortunada con la trayectoria que llevo”, afirma la placentina, que con el hecho de llegar a dónde ha llegado y vivir las experiencias que está viviendo se da por “satisfecha, aunque el tiempo y el esfuerzo dictarán que vengan más cosas y mejores en un futuro”.
En abril, Andrea fue designada para arbitrar, por segunda vez, la Fase Final de Liga Femenina 2, en la que los mejores equipos de la categoría peleaban por dos puestos en Liga Femenina Endesa. En esta ocasión, ya en el Grupo 1 de Árbitos FEB, arbitró tres encuentros aunque apenas notó el cansancio del primero. “El primer partido fue duro, con una prórroga, luego otra y a punto estuvo de llegar a la tercera. Estaba pensando ya en cómo iba a llegar después a los siguientes partidos, y aunque noté el cansancio normal de este tipo de campeonatos me acabé encontrando muy bien en los otros dos”. La placentina aclara que “puede considerarse un premio estar en una Fase Final porque significa que se ha realizado un buen trabajo durante la temporada, pero al fin y al cabo se sigue trabajando como el resto del año, con reuniones a lo largo del día y por la noche, y revisiones de partidos, que hacen también de esos días una agradable convivencia”. Agradece que hubiese público en las gradas, ya que “tras una temporada con los pabellones vacíos fue una maravilla, aunque solo fuese un tercio, porque nosotros también los disfrutamos mucho”.
El recorrido de Andrea en el mundo del baloncesto comenzó, como la mayoría, siendo jugadora, en el club de su ciudad, el Miralvalle, de minibasket hasta junior -en la temporada 2017-2018-. Demostraba cualidades como jugadora, aunque “no había comparación con algunas compañeras de equipo, que gozaba de una gran generación”. Justo dos años antes se había apuntado a un curso de oficial de mesa al que fue con sus amigas, pero le agobió el hecho de estar sentada mientras otros corrían de un lado a otro de la cancha. “A mí lo que me gusta es estar en la pista”. Entonces, su amigo y árbitro ‘Xule’ Fernández le empujó a probar, y Andrea, rebosante de atrevimiento, se fue a pitar a Hervás su primer partido. “El cambio fue progresivo", cuenta. En su último año como jugadora, segundo en el que compaginaba jugar y arbitrar, le designaron para el Campeonato de España de Minibasket y a final de temporada, ya decidida por su futuro, tuvo que renunciar a ir con sus compañeras de equipo al Campeonato de España tras proclamarse campeonas de Extremadura. “Me llamaron para pitar el Campeonato de España Infantil Femenino, pero tampoco pude ir porque se filtraron exámenes de selectividad y tuvimos que repetirlos”, relata entre risas irónicas. Desde la FEB le transmitieron que seguro habría más oportunidades, y por lo que se intuye, no las ha dejado escapar.
Andrea cursa en Sevilla estudios de Derecho, mientras los fines de semana se mueve por todo el territorio nacional para cubrir los partidos en los que va siendo designada. “Compaginar ambas cosas es algo complicado pero no imposible”, señala, “a este nivel no solo son los partidos que arbitro, también es entrenar a diario, estudiar inglés, y más detalles que se van sumando al día a día”, argumenta. Para una chica de 20 años “se hace duro dedicar esta etapa a ocupar el tiempo libre en otras tareas distintas a las que te brinda la vida universitaria y se echa de menos en ciertos momentos, por ejemplo, no estar con amigos haciendo cualquier cosa, pero quien algo quiere algo le cuesta”. La extremeña tiene claro que “es una responsabilidad y una suerte estar en mi lugar, y si lo pongo en una balanza, la vida que llevo como árbitro y estar cumpliendo metas no la cambiaría por nada del mundo”.
Sobre el futuro prefiere no hacer pronósticos. “Es algo que no depende de mí, porque se puede trabajar mucho y al final no conseguir los objetivos”. Creo que la receta es tiempo, esfuerzo e incluso circunstancias externas, y a partir de ahí esperar a que vengan más cosas, pero hasta ahora me puedo dar con un canto en los dientes por llegar a donde he llegado”, aclara con humildad Andrea. En referentes como Esperanza Mendoza o Yasmina Alcaraz, a las que elogia y rehúye de comparaciones, tiene un espejo donde que mirarse. “Tenemos un panorama arbitral femenino muy bueno y en continuo crecimiento, e intento fijarme en ellas dos, pero según voy viendo partidos me gusta quedarme con detalles de muchos árbitros, ya que hay mucho y muy bueno donde fijarse”.
“Arbitrar me recuerda al cosquilleo que sentía antes de jugar un partido: la incertidumbre y la tensión que hay en la pista que provoca no saber qué va a ocurrir en la siguiente jugada es la energía que me mueve a seguir con ilusión cada día”, reflexiona la placentina, que si por ella fuese, arbitraría hasta los calentamientos de los equipos.